viernes, 27 de abril de 2012

Adiós y gracias, maestro.

La historia del Fútbol Club Barcelona pudo haber cambiado aquel 8 de mayo del 2008, día en que Joan Laporta, presidente por aquel entonces del equipo catalán, nombró a Pep Guardiola, sucesor del que hasta entonces, estaba siendo, si no el mejor, de los mejores técnicos de la historia del Barça, el holandés, Frank Rijkaard. Y digo que pudo, porque si finalmente, Laporta no elegía a Guardiola, el otro nombre que barajaba era el de José Mourinho, ¿les suena, verdad?

El 17 de junio, tras haber ascendido al filial del Barça a la segunda división B, un joven Pep era presentado por Laporta y Txiki Begiristain para tomar las riendas de un vestuario roto. Pero la falta de experiencia a Pep no le produjo ningún mal. Para nada. Llegó y dijo lo que nadie se atrevía a decir: "Estamos contemplando la plantilla sin ellos", refiriéndose a Ronaldinho, Deco y Samuel Eto’o. ¿Quién, en aquel momento, en su sano juicio, pensaba que le iba a ir también al Barça? Aumentaban pues, las dudas sobre Pep y su capacidad para dirigir al Barcelona.


Se fueron Deco, Ronaldinho, Zambrotta, Giovani Dos Santos y fue Dani Alves, el mejor fichaje. No tenía muy buena pinta el equipo azulgrana de ese año y las críticas a la elección de Pep seguían en aumento.

Se habló de que el presidente tenía que despedirlo tras una derrota en Los Pajaritos ante el Numancia, la primera jornada de liga (1-0) y un empate en el Camp Nou ante el Racing. Lo que aún no sabían, ni se imaginaban los culés, es que el FC Barcelona no volvería a ceder más de tres puntos esa temporada. Un fútbol espectacular y nuevas promesas de La Masía, como Busquets, Pedro, Jeffren o Víctor Sánchez, ya que Pep confiaba en ellos. Destacar el 2-6 en el Bernabéu, la conquista de la Copa, de la Liga y de la Champions, como colofón a la temporada 2008-2009, calificable como extraordinaria, cuanto menos.


Empezó la 2009-2010 con el feeling entre Guardiola y Eto’o, con Ibrahimovic como la estrella del nuevo Barça, junto a Messi claro, y con el equipo ganando la Supercopa de España, la Supercopa de Europa y el Mundial de clubes ante Estudiantes (Argentina) en Abu Dhabi. El equipo de Pep siguió desplegando su maravilloso fútbol, al compás de Xavi y un Messi estelar. Se resistió la Copa, y la Champions ante un Inter encerrado atrás, con los 10 hombres bajo la portería defendida por Julio César. Pero los catalanes consiguieron llevar la vigésima liga a las vitrinas del Camp Nou.

En el siguiente curso, Guardiola pasaba a llamarse “el filósofo”, ya saben porqué. Pese a las bajas de Henry y Márquez (entre otras), llegaron Mascherano, David Villa y Adriano y la plantilla parecía volver a tener hambre de títulos. Pep pedía humildad, relajación, tranquilidad… Sabía que volverían a lo más alto. Y así fue. Él dijo a sus aficionados que les debía una, y lo hizo. Les llevó la cuarta Champions, otra vez ante el Manchester United, otra vez Leo Messi. Ganó la Champions, pese a que se resistió la Copa del Rey, ante un gran Real Madrid, ya dirigido por Mourinho.

A quien se le hubiera dicho todo esto aquel 8 de mayo del 2008, te tachaba por loco. Trece títulos ganados de dieciocho posibles, es una auténtica barbaridad. Y pueden ser catorce, si el Barça gana en el Calderón la Copa del Rey ante el Athletic el 25 de mayo.
Este año sólo le queda eso, la Copa, pero los barcelonistas están contentos, porque su Barça de Pep, en Europa y en liga, murió matando.


Por eso, hoy, el barcelonismo está triste. Se marcha un ídolo, el mejor entrenador de la historia, sí. Pero ahora es cuando yo opino:
 No podía seguir. A Pep, como el mismo ha dicho, ya se le había agotado la pila. Se notaba desde el verano pasado, más en concreto, desde que renovó por un año más. No quería, pero lo hacía por ellos, por sus chicos: Los Xavi, Iniesta, Messi, Pedro, Busquets…
Y es que se marcha Guardiola, pero no su fútbol. Se marcha su largo abrigo negro, pero no Xavi. Se marcha la “humildat”, pero no las genialidades de la pulga. Se marcha la cabeza visible de este equipo, pero no por completo. Y es que queda Tito. Sí, Tito Vilanova, más conocido como Pito. Él seguro que heredó todos los conceptos, los movimientos escritos en la pizarra de Pep, las alineaciones, la jerarquía. Me parece una gran idea que siga como primero. Pero ahora sólo queda saber una cosa, ¿echará el Barça de menos a Pep? Yo no tengo ninguna duda, no. No, porque seguirá presente aunque con otro nombre y con otro aspecto. No, porque mantendrá el contacto con Tito. No, porque el que tuvo, retuvo, y a los Thiago, Cesc, Xavi, Messi, Iniesta, etcétera, no se les olvidará jugar al fútbol tras la marcha del más grande, del que les deja una filosofía bien clara, resumida en una frase de Nietzsche: “Aquel que conserva lo que conquistó, se muere. Para conservar lo que se conquistó, hay que seguir conquistando”.

Por eso nos espera una temporada 2012-2013 cargada de sorpresas, de alegrías para unos, de tristezas para otros. Yo estoy deseando que llegue ya la penúltima semana de agosto, pese a que aún no haya terminado ésta. Comienza la era post-Pep, pero tampoco iba a durar eternamente. Suerte Tito.



PD: La frase de Nietzsche resume la filosofía del Barça de Guardiola, no sé si se la diría en algún momento, pero es la pura verdad.

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