El 17 de junio, tras haber ascendido al filial del Barça a
la segunda división B, un joven Pep era presentado por Laporta y Txiki Begiristain
para tomar las riendas de un vestuario roto. Pero la falta de experiencia a Pep
no le produjo ningún mal. Para nada. Llegó y dijo lo que nadie se atrevía a
decir: "Estamos contemplando la
plantilla sin ellos", refiriéndose a Ronaldinho, Deco y Samuel Eto’o.
¿Quién, en aquel momento, en su sano juicio, pensaba que le iba a ir también al
Barça? Aumentaban pues, las dudas sobre Pep y su capacidad para dirigir al
Barcelona.
Se fueron Deco,
Ronaldinho, Zambrotta, Giovani Dos Santos y fue Dani Alves, el mejor fichaje. No
tenía muy buena pinta el equipo azulgrana de ese año y las críticas a la elección
de Pep seguían en aumento.
Se habló de que
el presidente tenía que despedirlo tras una derrota en Los Pajaritos ante el
Numancia, la primera jornada de liga (1-0) y un empate en el Camp Nou ante el
Racing. Lo que aún no sabían, ni se imaginaban los culés, es que el FC
Barcelona no volvería a ceder más de tres puntos esa temporada. Un fútbol
espectacular y nuevas promesas de La Masía, como Busquets, Pedro, Jeffren o Víctor
Sánchez, ya que Pep confiaba en ellos. Destacar el 2-6 en el Bernabéu, la
conquista de la Copa, de la Liga y de la Champions, como colofón a la temporada
2008-2009, calificable como extraordinaria, cuanto menos.
Empezó la
2009-2010 con el feeling entre Guardiola y Eto’o, con Ibrahimovic como la
estrella del nuevo Barça, junto a Messi claro, y con el equipo ganando la
Supercopa de España, la Supercopa de Europa y el Mundial de clubes ante
Estudiantes (Argentina) en Abu Dhabi. El equipo de Pep siguió desplegando su
maravilloso fútbol, al compás de Xavi y un Messi estelar. Se resistió la Copa,
y la Champions ante un Inter encerrado atrás, con los 10 hombres bajo la portería
defendida por Julio César. Pero los catalanes consiguieron llevar la vigésima
liga a las vitrinas del Camp Nou.
En el siguiente
curso, Guardiola pasaba a llamarse “el filósofo”, ya saben porqué. Pese a las
bajas de Henry y Márquez (entre otras), llegaron Mascherano, David Villa y
Adriano y la plantilla parecía volver a tener hambre de títulos. Pep pedía
humildad, relajación, tranquilidad… Sabía que volverían a lo más alto. Y así
fue. Él dijo a sus aficionados que les debía una, y lo hizo. Les llevó la
cuarta Champions, otra vez ante el Manchester United, otra vez Leo Messi. Ganó
la Champions, pese a que se resistió la Copa del Rey, ante un gran Real Madrid,
ya dirigido por Mourinho.
A quien se le
hubiera dicho todo esto aquel 8 de mayo del 2008, te tachaba por loco. Trece títulos
ganados de dieciocho posibles, es una auténtica barbaridad. Y pueden ser
catorce, si el Barça gana en el Calderón la Copa del Rey ante el Athletic el 25
de mayo.
Este año sólo le
queda eso, la Copa, pero los barcelonistas están contentos, porque su Barça de
Pep, en Europa y en liga, murió matando.
Por eso, hoy, el
barcelonismo está triste. Se marcha un ídolo, el mejor entrenador de la
historia, sí. Pero ahora es cuando yo opino:
No podía seguir. A Pep, como el mismo ha
dicho, ya se le había agotado la pila. Se notaba desde el verano pasado, más en
concreto, desde que renovó por un año más. No quería, pero lo hacía por ellos,
por sus chicos: Los Xavi, Iniesta, Messi, Pedro, Busquets…
Y es que se
marcha Guardiola, pero no su fútbol. Se marcha su largo abrigo negro, pero no
Xavi. Se marcha la “humildat”, pero no las genialidades de la pulga. Se marcha
la cabeza visible de este equipo, pero no por completo. Y es que queda Tito. Sí,
Tito Vilanova, más conocido como Pito. Él seguro que heredó todos los
conceptos, los movimientos escritos en la pizarra de Pep, las alineaciones, la
jerarquía. Me parece una gran idea que siga como primero. Pero ahora sólo queda
saber una cosa, ¿echará el Barça de menos a Pep? Yo no tengo ninguna duda, no.
No, porque seguirá presente aunque con otro nombre y con otro aspecto. No, porque
mantendrá el contacto con Tito. No, porque el que tuvo, retuvo, y a los Thiago,
Cesc, Xavi, Messi, Iniesta, etcétera, no se les olvidará jugar al fútbol tras la
marcha del más grande, del que les deja una filosofía bien clara, resumida en
una frase de Nietzsche: “Aquel que conserva lo que conquistó, se muere. Para
conservar lo que se conquistó, hay que seguir conquistando”.
Por eso nos
espera una temporada 2012-2013 cargada de sorpresas, de alegrías para unos, de
tristezas para otros. Yo estoy deseando que llegue ya la penúltima semana de
agosto, pese a que aún no haya terminado ésta. Comienza la era post-Pep, pero
tampoco iba a durar eternamente. Suerte Tito.
PD: La frase de Nietzsche
resume la filosofía del Barça de Guardiola, no sé si se la diría en algún
momento, pero es la pura verdad.