sábado, 19 de noviembre de 2011

El último baile de Rukelie.

Se retiró la capucha del batín y buscó su rostro entre el moho del espejo del vestuario. Le costó reconocerse, tan pálido, tan diferente, tan… como todos. La puerta había quedado entreabierta cuando su entrenador salió al pasillo para dejarle solo y podía escuchar el murmullo de impaciencia que iba creciendo alrededor del ring. Entrechocó sus guantes, haciendo elevarse una pequeña nube de polvo blanco. Algunos de sus incondicionales empezaron a corear su nombre. Eran muchos los que le seguían desde que un par de años atrás empezó a derrotar a un rival tras otro con aquel novedoso estilo, más propio de un bailarín que de un boxeador. Esa tarde, el 21 de Julio de 1933, esperaban una nueva victoria de su ídolo.
  Johann Trollman, sin embargo, sabía que no podía ganar esa pelea. Pero no estaba dispuesto a que le derrotaran.
Su carrera había quedado condenada a muerte sólo unos meses antes, concretamente el 5 de marzo de 1933. Ese día las paradojas de la historia hicieron que unas elecciones democráticas consolidaran en el poder al peor tirano que haya visto Europa en los últimos siglos, un Adolf Hitler que no tardó en empezar a aplicar por decreto su ideario nacionalsocialista. Y ese ideario no reservaba nada bueno para Trollman, que hasta entonces había sido un alemán más, pero que a partir de ese momento pasó a ser una lacra social simplemente por haber nacido sinti, la palabra utilizada en Centroeuropa para designar a los gitanos. No había peor ejemplo para la nueva sociedad aria con la que soñaban Hitler y sus acólitos que un joven de piel morena, pelo rizado y labios generosos apodado Rukelie (pimpollo en lengua romaní), que iba noqueando uno a uno a todos los rubios rivales que se le ponían por delante. Y además con un estilo alejado de los cánones, de golpes cortos y de mucho baile de piernas, considerado “ofensivo” e incluso “afeminado” en las páginas del “Völkischen Beobachter”, el periódico oficial del partido nazi. No lo veían así sus seguidores, cada vez más numerosos y rendidos ante un jóven de gran simpatía, todo un showman que se permitía el lujo de hablar durante los combates con los espectadores de las primeras filas. Su exotismo y su sonrisa también le valieron para atraer a una legión de mujeres a sus peleas, en las que también podía verse a un buen número de famosos.
  Era necesario acabar de cuajo con el “fenómeno Trollman” y la mejor manera de hacerlo era darle un buen escarmiento, humillarle sobre el ring para lograr sacarle de circulación. Con ese objetivo, la Asociación Alemana de Boxeo, ya por entonces poblada de nazis, le organizó un combate por el título nacional semipesado contra Adolf Witt, un gigantón que reinaba en el peso pesado. Trollman cuya categoría natural era el peso medio, partía en franca desventaja física ante un enemigo que, gracias al favor del régimen, pudo engañar a la báscula.
  El combate tuvo lugar el 9 de junio en Berlín y nada salió como habían previsto los organizadores. El gitano, mucho más móvil, dominaba claramente al ario, con sus rápidos desplazamientos y sus constantes aguijonazos. Tras seis asaltos, Witt daba claras muestras de flaqueza ante un rival mucho más fresco y entero. Los jueces, tras recibir la visita del presidente del presidente de la autoridad boxística, miembro del partido, declararon el combate nulo. Pero el público, no estaba dispuesto a aceptar un tongo de tal magnitud. Una multitud de aficionados enfurecidos se abalanzó sobre los jueces, que para evitar su linchamiento tuvieron que reconsiderar su decisión y dieron finalmente vencedor a Trollman por puntos.
  Rukelie lloró de alegría sobre el ring al saberse ganador y fueron precisamente esas lágrimas el argumento exhibido para retirarle el título sólo seis días después. “Comportamiento inapropiado” y “mal boxeo”, rezaba la carta oficial que le enviaron. Al aparato nazi no le bastó con eso, seguía decidido a acabar con la popularidad del púgil sinti y le ordenó participar semanas después en una nueva pelea. El rival sería esta vez Gustav Eder, el prototipo del boxeador-guerrero ario, un tanque de golpes demoledores que era uno de los mayores ídolos deportivos entre los camisas pardas. Y esta vez Trollman no iba a tener la menor oportunidad: además de otras muchas presiones, se le prohibió utilizar su famoso baile de piernas y moverse del centro del ring. Tenía que ganar el ario y perder el gitano. Así de simple.  
  -Es la hora- oyó que le gritaban desde el pasillo.
  Trollman se volvió a colocar la capucha sobre la cabeza, dio un par de golpes al aire y salió al oscuro túnel que conducía a la sala. Mientras se dirigía hacia la luz pensó en su amigo Erich Seeling, uno de los grandes del boxeo alemán y su preparador de los últimos años. Por ser judío no sólo le habían desposeído del título semipesado, provocando la vacante que propició su combate de mes y medio atrás contra Witt, sino que además le habían obligado a abandonar el país. Pensó también en su familia, que en Hannover empezaba a sufrir el acoso velado del nuevo régimen. Y recordó aquella frase que había escuchado a Hitler en la radio hacia pocos días. “Un judío independiente de su edad, está claro que es un ser vivo; ahora bien, no puede afirmarse que sea un ser humano, no hay base científico para ello”. No debía pensar muy diferente acerca de los gitanos.
  Cuando abandonó la oscuridad y fue bañado por la luz de la sala, la multitud que abarrotaba las filas de sillas dispuestas alrededor del ring estalló en una algarabía de gritos y cánticos. Trollman, con la cabeza gacha y la mirada fija en el suelo, podía notar las palmadas en la espalda mientras progresaba hacia el cuadrilátero precedido por sus ayudantes. El rugido se redobló cuando el púgil gitano subió al ring y, sin dejar de mirar hacia abajo, empezó a lanzar golpes a un enemigo imaginario mientras sus pies ejecutaban la danza que le había hecho famoso. El árbitro les convocó a él y a Eder al centro de la lona, les dio un par de indicaciones y les mandó hacia sus esquinas para que se quitaran los batines y diera inicio el combate.
  Cuando Trollman se despojó de su largo botín de raso amarillo, la algarabía cesó de inmediato. Los 3000 espectadores asistían atónitos a una escena demencial. El Trollman que se plantó en el centro del ring llevaba el pelo teñido de rubio y el cuerpo completamente cubierto de harina. El silencio se apoderó de la sala y el tiempo detenido durante unos larguísimos segundos. Ni un rizo negro, ni un centímetro de piel morena. Ahí tenían al ario que estaban esperando.
  Eder miró al arbitró, el árbitro a los jueces y los jueces miraron a Georg Radamm, presidente de la federación de boxeo y alto cargo del partido nazi en Berlín. Un gesto de asentimiento de éste precedió al sonido del gong que marcó el inicio del primer asalto. Eder dio un par de pasos hacia Trollman, que esperaba en el centro de la lona con las piernas ligeramente separadas y la guardia no muy alta. El guerrero ario se sorprendió por la facilidad con que su primer golpe alcanzó el rostro del gitano, del que salió despedida una pequeña nube de harina. Y todavía más de que a continuación le entrara el segundo. Y el tercero. Y así todos y cada uno de los que lanzaría en los cinco asaltos que duró la pelea, cinco asaltos que Trollman se pasó sin intentar un solo puñetazo y aguantando el equilibrio como pudo. Le ganarían, sí, pero no lograría derrotarle. Eso decía la mirada orgullosa del boxeador gitano antes de doblar las rodillas y caer de bruces sobre la lona con el cuerpo cubierto de harina y bañado en sangre.


Nota del autor; Johann Trollman murió el 9 de febrero de 1943 en el campo de concentración de Nueungamme, cerca de Hamburgo, donde había sido confinado. El motivo de su muerte fueron los bastonazos que le propinó un guardián al que había derrotado ese mismo día en un combate de boxeo, en el que fue obligado a participar. El año 2003 la federación alemana entregó a sus familiares el cinturón que le acredita como campeón semipesado en 1933, corrigiendo la injusticia que se había cometido 70 años antes. En el Viktoria Park del barrio berlinés de Kreuzberg puede encontrarse un monumento en su honor, un ring de cemento inclinado hacia una de sus esquinas que simbolia “el abismo al que hicieron caer a Trollman”, según su autor Alekos Hofstetter.  


José Ignacio Huguet (Mundo Deportivo)

Un título no simboliza el dopaje.

Miren que me gusta Francia: su naturaleza, su gastronomía, su cultura, su gente, etc… Pero cada día que pasa, me cae peor la prensa de aquel país, y sin dar nombres ya saben a que periódicos me refiero.

Desde que España es una potencia en el deporte, desde que ganar a nuestros deportistas se ha convertido en un objetivo mundial, para todos y cada uno de los países europeos, americanos, y de todos los continentes, desde ese momento, somos el punto de mira de la prensa de esos países y en especial, como ya he dicho antes, Francia, aunque Inglaterra, a veces también deja entrever que su sueño es vernos perder.

Comenzaron con Fernando Alonso y Rafael Nadal. Nelsinho Piquet inculpó al asturiano y a todo su equipo de Renault (y eso que es marca gala), de ganar la carrera con la trampa de su accidente, un accidente que, si fuese verdad, el mismo aceptó hacer. Pero, a día de hoy Alonso no ha recibido ninguna sanción, solamente Briatore, jefe de la escudería y Symonds, jefe de ingenieros de Renault, salieron del equipo francés para que la sanción no fuese demasiado dura y cargara contra el de Ferrari.
El caso del tenista es diferente. Los franceses se han cansado de que el manacorí gane en Roland Garros, así que lo único a lo que se dedican cuando Nadal juega en aquel torneo es a silbar, a gritar, a abuchear o a celebrar cada uno de sus fallos, con el fin de descentrarlo y que Roger Federer pueda ganar el torneo. Sí, Federer es suizo, no francés. Tsonga, Gasquet y compañía aún no han ganado. Pero, da igual, Nadal lleva seis Roland Garros, desde el 2005 hasta el 2011, sólo perdiendo el de 2009, en el cual cayó en cuarta ronda a manos a de Soderling.


El problema grave viene con Contador y los Tour. En Septiembre del 2010, tras haber ganado recientemente la ronda gala, la UCI culpó a Alberto de haberse dopado con clembuterol. L’Équipe ya ponía el grito en el cielo con titulares como “Contador camina sobre las brasas” y culpando al de Pinto de una trasfusión sanguínea. Fue confirmado por el periodista alemán de la ARD, Hans Joachim Seppelt.
A día de hoy y con un pie en el 2012, Alberto Contador no ha recibido la sanción definitiva, sólo juegan con él, mareando la perdiz. Es lo que tiene que seas demasiado bueno.


Y la traca final, el dopaje en el baloncesto y el fútbol. Me río yo de los franceses, ya que antes ellos se reían de nosotros en estos deportes. ¿Y ahora qué? No saben hacer otra cosa que quejarse y escribir falsas noticias, para ver si alguna cuaja y a los españoles no retiran de todas las competiciones donde ganamos, para que ellos tengan una mera oportunidad. ¿Pero de verdad ven a Iniesta dopándose? Le han visto la cara, es un niño bueno, no se enzarza con nadie, ni levanta la voz, sólo lo hace cuando marca un gol, un gol que nos da un mundial, sí franceses, un mundial donde hicisteis, ni más, ni menos, el RIDÍCULO, igual que lo hacéis acusando a nuestros deportistas de dopaje.


Debéis aprender a ser buenos perdedores, nosotros lo fuimos durante cuarenta años y ni una sola vez, acusamos a nadie de nada y mucho menos de “doping”, que son palabras mayores. Sois demasiado orgullosos, demasiado chovinistas. Y así os va. Os dejo el recadito, vuestra selección en fútbol está en el cuarto bombo, cuando por historia debería de estar en el primero. Ya lo veis, debéis apoyar más vuestro deporte y no intentar desestabilizar a los demás.

PD; Vuelvo a repetir que cargo únicamente contra la prensa, en ningún momento contra la gente de este país, que me acogieron extraordinariamente bien y me criaron como a uno más.

viernes, 11 de noviembre de 2011

Os debemos mucho no, MUCHÍSIMO.

“En estos tiempos tan complicados nos parece que prescindir del capital humano, de la sabia experiencia y de algunas de las señas de identidad del Periodismo es una pérdida para todos, para el sector, y para la sociedad misma.” - http://www.periodistasrm.es/

Toda la vida he estado escuchando, que los periodistas viven muy bien para lo poco que trabajan, o para el trabajo que desempeñan. Pero, también es un trabajo y son ellos los que nos acompañan a la cama por la noche, las personas con las que nos despertamos, los que nos acompañan al trabajo, al colegio, universidad, etcétera, etcétera, etcétera.

Pero ellos también sufren la crisis: muchos no encuentran trabajo, otros cobran una miseria, trabajando a destajo, sí, a destajo, y otros están quedándose sin trabajo como consecuencia de esta situación que nos acompaña. Aún así, seguirán muchos de ustedes pensando lo mismo. Pero, ¿se han parado a pensar en quiénes son los que a lo largo de la historia nos han comunicado las terribles noticias, ya sean terremotos, ya sea el golpe de estado o lo que es peor aún, los continuos atentados de ETA? Correcto, son ELLOS, los pe-rio-dis-tas.

Está claro que todo esto no lo digo con alegría. Lo digo por mi tristeza y a la vez impotencia, porque ayer fueron despedidos de la cadena SER de la Región de Murcia, varios periodistas que llevaban mucho tiempo ahí, dando el callo por nosotros, porque nos llegara la mejor información, la más fiable, del modo más ameno.

Entre los despedidos se encuentra uno de mis ídolos, Perico Contreras, al que le debo, entre otras muchas cosas, mostrarme el trabajo que conlleva trabajar en la radio, a la realización de cuñas publicitarias, programas o portadas de periódicos. Le debo parte de mi pasión por ésta. Y por si no lo he hecho antes, quiero darle las gracias y desearle lo mejor, en su nueva etapa, que espero sea pronto, y lo más importante, animarle a seguir siendo la persona que conocí aquel 27 de enero de este mismo año.

Ánimo a todos.


domingo, 6 de noviembre de 2011

Cassano sonríe, Italia respira.

Italia no había superado la trágica muerte de Marco Simoncelli, cuando otra tragedia se avecinaba.

El día 29 del mes pasado, el Milan venció en la capital italiana a la Roma. Cassano entraba en el minuto 73, sustituyendo a Robinho. Todo transcurría de un modo normal, hasta que el conjunto rossonero atterizó en tierras lombardas, donde el delantero, empezó a sentirse mareado. Fue rápidamente trasladado al Policlínico de Milan. De allí pasó a urgencias y tras unos exámenes, fue llevado a neurología. Los medios de comunicación trasmitían, que Antonio tenía dificultad a la hora de hablar y de moverse, por lo que se le realizarón más pruebas neurológicas y cardiológicas. Ya nos temíamos lo peor.


Un día después, la agencia de noticias ANSA, hablaba de que el futbolista habría sufrido un ictus isquémico, pero el AC Milan subió a su web un comunicado, donde negaba la noticia de ANSA. Para tranquilidad de los italianos, el club confirmaba una pequeña mejoría en Antonio.

Mientras tanto, los aficionados mandaban mensajes de ánimo al internacional italiano, pero sin duda, fue el mensaje de Maradona el más importante. En una entrevista al diario “Corriere dello Sport”, “el Pelusa”, que conoció al jugador en su etapa en la Roma, confiaba en el fuerte carácter y en el gran físico de Cassano para salir de la crítica situación que estaba viviendo. Se deshizo en elogios hacia el de Bari.

Maradona y Cassano.

El uno de noviembre, el administrador delegado del Milan, Adriano Galliani, confirmó que “el Talentino” se encontraba bien y estaba mejorando. El delantero del eterno rival y excompañero, Pazzini, que fue uno de los que visitó al milanista en el hospital , dijo que estaba “mejor de lo que creía”.

El viernes fue operado de la malformación que sufría corazón (un foramen oval permeable). Y, sí, todo salió bien. Cassano recibiría el alta en un par de días. Galliani adelantaba que necesitaría entre cinco y seis meses de recuperación para volver a vestirse de corto.

Hoy, el 99 del Milan ha recibido el alta médica. Los aficionados al fútbol ya respiramos tranquilos, pero sobre todo los italianos. El tiempo de baja nos da igual. Cassano acaba de ganar su partido más importante. Lo mejor de todo, es que el ex de Roma, Real Madrid y Sampdoria, podrá contarlo.